El director Carlos Azpúrua vuelve al cine político con famosa novela de Miguel Otero Silva

Carlos Azpúrua

El cineasta Carlos Azpúrua indudablemente que es un personaje de la cinematografía nacional desde el ángulo que se le quiera diagnosticar: suyo es gran parte del esfuerzo por la creación de la mismísima Ley de Cine de 1993 y su decisiva reforma en 2005, cuando se creó el Fondo de Promoción y Financiamiento del Cine (Fonprocine), mecanismo tributario mediante el cual la industria de Hollywood subsidia al cine venezolano pechando el 5% del precio de cada entrada en todas las salas de exhibición del país. A este fondo también arriman la televisión abierta por venta neta de publicidad y la de suscriptores por cantidad de abonados. Ello redundó en que el gremio nacional dispuso desde entonces de recursos propios y desapareció así el patetismo de que para filmar, los autores necesitan un préstamo del Estado y aún así debían vender sus propiedades para afrontar el reto de filmar.

Azpúrua intentó acrecentar el fondo, pero se quedó con la segunda reforma hecha y entregada a la Asamblea Nacional que estuvo vigente hasta el 5 de enero de 2016. La actual ni remotamente se ha planteado asumir la propuesta del gremio, con todo y que es consensuada entre las partes políticas (aunque no entre los exhibidores, que es lo importante a la hora de no ser incorporada en la agenda de debates).

Pero ello no amilana a Azpúrua, quien en este momento mantiene una lucha existencial entre el apasionado cineasta y el furibundo político (es diputado suplente). Con un modo de ser oscila a los extremos (de la quietud a la vehemencia de un instante a otro), el director de “Disparen a matar” y “Amaneció de golpe” conversa sobre sus angustias presentes, pero allí engloba todos los temas que tocan su sensibilidad de caballito de batalla.

-¿En qué andas tus pasos en esas dos facetas (cine política)?

-Mis pasos andan en una tremenda angustia.

¿Por el país o por el cine?

-Por el país. Si hay dos vainas que determinan al ser humano son, por un lado, el arte. Y soy cineasta, pues, comprometido e interpretando la realidad de mi país. Hago cine político. Soy un cineasta político que entiende la función del cine con su inmensa capacidad de incidir sobre la vida en temas que tienen que ver con la política. Y la política es la lucha por el poder para lograr el bienestar y la satisfacción.

-Ambas disciplinas u opciones de vida inciden en la transformación del ser humano. Uno por la vía de la subjetividad y la percepción sensible de la realidad y la otra en la lucha por el poder para transformar la sociedad a través del hecho político con una acción amorosa y comprometida para generar felicidad y equilibrio en la sociedad.

-Y en este momento en el país es muy difícil porque estamos en una confrontación tremenda entre dos modelos. Todos sufrimos esa confrontación porque la polarización nos lleva a situaciones complicadas y dolorosas con nuestras familias y allegados. Ser tolerantes en función del respeto de los demás en nuestras diferencias, contradicciones y visiones ideológicas es difícil.

-¿Te ha tocado ese padecimiento?

-Fuertemente. En lo familiar y con las amistades. Cantidades de amigos se han alejado, entrañables amigos que en la medida que el proceso político iba radicalizándose se iban definiendo. En la medida que uno va asumiendo su compromiso, que vas entendiendo tu definición ideológica y política, se alejan. A niveles bien particulares: muchas veces con confrontaciones se disuelven las amistades, se alejan los sentimientos. La incomprensión y radicalización de posiciones te van alejando.

-Precisamente si algo me anima a crear es tratar de reflexionar lo difícil que es la confrontación de dos modelos, dos maneras de vivir y dos percepciones ideológicas totalmente distintas: el capitalismo y el socialismo, en medio de todas las contradicciones que implica una sociedad radicalizada en posiciones.

-Me ha tocado muy de cerca, pero creo que jodido está en el que no sabe dónde está: yo me siento bien con lo que creo y con el compromiso ideológico que tengo desde una perspectiva de izquierda marxista y en medio de mis contradicciones en un momento dado, como todos las hemos tenido. Uno se confrontó a la posibilidad de buscar alternativas (por la presión social, familiar, etcétera) y en dos momentos de coyunturas muy difíciles entendí que yo no podía traicionarme a mí mismo en términos de lo que eran mi anhelo y mi visión ideológica como un hombre de izquierda, humanista, progresista y sobre todo que siempre he hecho un cine vinculado profundamente con la reflexión social y el sentido de la búsqueda de la igualdad y la dignidad como pueblo, de nuestra identidad y nuestro amor por nuestra patria.

-Gradualmente uno aprende a quedarse con sus valores y a tragar grueso en la pérdida de afectos y cariños, pero mi refugio está en que uno es honesto con uno mismo y con lo que ha realizado.

-¿Esas pérdidas es porque ellas se han alejado o porque tú marcaste distancia?

-Está en la misma dinámica de la confrontación y las diferencias.

-¿Pero en lo personal has hecho esfuerzos en poner de lados tus diferencias y mantener la relación de a pesar las visiones opuestas?

-Depende del tipo de relación. Tengo relaciones con algunos familiares y amigos en las que hay más tolerancia y más respeto. Uno de mis mejores amigos (con el cual inclusive trabajé en guiones, teníamos una comunicación extraordinaria… sentí mucho separarnos) era excesivamente radical hacia la derecha y en un momento dado decidimos no continuar la relación. En medio de nuestras farras y nuestro esparcimiento intelectual surgían situaciones emocionales violentas, fuertes y desagradables. Obviamente uno lo sigue queriendo en el tiempo y en el espacio y se alimenta de lo que fue una hermosísima relación de amistad, que puede ser recuperable. Siento que cuando lo veo nos tenemos siempre un gran cariño, pero ya no es el amigo cómplice e íntimo. Nos alejamos porque entendimos que era conveniente.

-Ahí está el tema que estoy desarrollando actualmente. Estoy tratando de hacer una adaptación libre de “Cuando quiero llorar no lloro” de Miguel Otero Silva. Son tres individuos que Otero Silva no hace que se conozcan, pero yo sí: quiero construir una relación fraterna de niños, porque en esa relación está un inmenso amor. El amor más significativo y hermoso que tiene el ser humano es cuando es niño, joven.

-Son emociones y sentimientos de tres seres, de tres orígenes de clase totalmente distintos: un súper burgués, uno de clase media hijo de intelectuales marxistas y un marginal fuerte. Se hacen amigos en medio de inmensas contradicciones y de intereses de clases. Estoy en eso, por ahí anda.

Afanado en darle forma a esta sinopsis literaria (cuyas génesis fue el chavista versus el antichavista) Azpúrua anda en la búsqueda de asideros y por estos días volvió a echarle una mirada cuadro por cuadro a “Memorias del subdesarrollo”, de Titón (Tomás Gutiérrez Alea).

-Extraordinaria película, no tiene ni una secuencia de pérdida. El personaje se queda solo en La Habana porque la familia se va para Miami y él se queda enfrentándose a toda la coyuntura desde el punto de vista de la relación social, en algo que es determinante: como la política incide sobre los seres humanos y sus relaciones afectivas, relaciones económicas y en sus códigos de valor.

-En este momento es parte de mi búsqueda para hacer una película de ficción que la estoy trabajando. Me siento muy inspirado y plácido de hurgar esas contradicciones. Yo milito con mi cine, no estoy pendiente del éxito fatuo.

-Es normal que una sociedad se polarice cuando está en discusión el poder por una lucha de clases.

-En el caso mío son dolores totalmente vinculados a lo más íntimo de mis sentimientos familiares: hermano, tíos, primos. Además, el caso mío es muy arrecho, porque yo vengo de un origen de clase burgués. O sea, vengo al revés: vengo de ser burgués y de entender que los valores de la burguesía no me interesan. Soy un desclasado al revés. No que aspira a ser burgués, como sería la aspiración de una clase media alienada de los valores del capitalismo. Al contrario: vengo del capitalismo, de los códigos de valores individualistas y materiales a humanizarme en función de sentirme mejor con los sectores populares dentro de esa visión de utopía de la igualdad social. Obviamente me transversaliza una visión marxista determinante que está en mi cine, con el cual he aprendido a crecer, me construido como político con él y eso me da paz. En medio de mi soledad, de mis contradicciones y mis dolores por las pérdidas, estoy claro de qué quiero y hacia dónde voy en términos de mi compromiso con el país.

-Al observar tu recorrido vital, ¿no era natural que tus amigos vieran como cosa lógica tu posición política?

-Yo he crecido y he asimilado la vida, la política y la ideología con el cine. He profundizado.

Carlos Azpúrua

ANALOGIA SOBRE CAÑO MANAMO

Azpúrua también es un connotado documentalista. En este rol ha trajinado toda la frontera venezolano exhibiendo grandes conflictos y se ha internado a vivir en la selva varios meses. No hay área que no haya abordado con la cámara. “Detrás de la noticia” tiene una vigencia impresionante.

-Me siento profundamente satisfecho porque en lo mucho o poco que he hecho he logrado incidir sobre la vida: las nuevas tribus fueron expulsadas cinco años después de Chávez llegar al poder y me llamó-, dice, para aludir su trabajo audiovisual de 1987: “Amazonas, el negocio de este mundo”.

También el documental “Pesca de arrastre” fue soporte audiovisual para la promulgación de Ley de Pesca por parte del presidente Hugo Chávez, quien lo invitó a este acto.

Sin que se le pregunte se dirige a contestar un tema peliagudo para él, que es autor de “Caño Manamo”.

-Podríamos hacer una analogía y una inmensa reflexión sobre lo que puede suceder si son manejados de una manera inadecuada los criterios de desarrollo e impacto ambiental en todo el arco minero. Nos falta mucha información, estamos ante un reto tremendo.

-Oriento mi reflexión a que tenemos todo el derecho del mundo a certificar esas riquezas, pero ahí ya está el Guri, la explotación del hierro y del oro, ahí están zonas sumamente impactadas como la Trocal 10 que va hasta Santa Elena de Uairén

-Como no entender que es necesario evaluar el certificar esa zona y tratar de ordenar un tema tremendo: cuando hice “El bosque silencioso” habían entre 15 mil y 25 mil mineros. En este momento hay 125 mil mineros y es una anarquía y un caos terrible. Están actuando en cuencas hidrográficas que abastecen al Guri. Es un dolor que el haber uno tratado de incidir para transformar esa realidad de manera positiva, ha ido aumentando por la codicia y falta de planificación: la minería ilegal con la mayor irracionalidad, con procesos civilizatorios dramáticos.

-Tenemos una cultura de 200 años de minería en esa zona y la sensación de impotencia es tremenda, porque también ves como los indígenas han ido asumiendo la cultura del extractivismo.

-La explotación del petróleo es una muestra del extractivismo: el daño que nos ha hecho como sociedad, el abandono del campo…

-Ojalá que podamos tener un desarrollo lo más armónico posible. He estado en conversación con el ministro Arreaza y hay una buena actitud de él, creo que es un hombre sano y que quiere al país. Qué más quisiera yo que estar cerca de él y tratar de orientar un documental lo más reflexivo posible en medio de lo que significa el arco minero como inmensa riqueza.

-Por lo que enumeras tienes una posición contenida contra el arco minero…

-No a priori. Creo que es el momento de ser fieles a lo que establece el quinto punto del Plan de la Patria, que es la preservación del planeta. En el mundo estamos ante una hecatombe ecológica. El planeta ya no soporta más errores de explotación y de irracionalidad.

-La gran riqueza entre el arco minero y la faja petrolífera es el agua y se avizora que las grandes guerras vendrán por el agua.

-¿Qué te ha impedido comenzar un documental sobre el arco minero?

-Me siento animado a hacerlo, pero tengo un dilema: que la política me ha matado al cineasta y en este momento me encuentro rescatando al cineasta y abandonando un poco la política. ¿Pero cómo hago si soy un cineasta político? La exigencia de lo que ha sido luchar por impulsar el proyecto revolucionario nuestro a un punto de irreversibilidad es realmente apasionante. Yo milito fuerte en un partido de izquierda.

-¿Qué similitudes ves entre tu película “Disparen a matar” y las OLHP?

-Creo que las OLP son importantes impulsarlas. Toda esta cantidad de perversas ONG está claro que tienen una intencionalidad política y son parte de la estrategia de desestabilizar al país sobre la base de un financiamiento que está absolutamente probado, para ablandar a la opinión pública.

-Tenemos una penetración del paramilitarismo de la manera más cruel y no dudo, como lo dice Luis Britto García, que hay células durmientes de esa actividad paramilitar y han incrementado la cultura de la violencia, o bien directamente para impactar en términos de desestabilizar emocionalmente nuestra población con el auge delictivo y otras veces por la violencia con que actúan como expresión criminal: crímenes pavorosos del paramilitarismo colombiano.

-No quiere decir que estoy acusando que no hay violencia e inseguridad. Sería irresponsable. Pero está el factor de desestabilización llevado adelante por una oposición irracional y, aunque suene a lugar común, apátrida. Prácticamente claman por la aplicación de la Carta Interamericana de la OEA. No se dan cuenta de que podríamos estar ante un escenario parecido al de Libia. No siquiera ver a mi país destruido. El arte, el cine y la política tienen que basarse en el diálogo, en el entendimiento por encima de las contradicciones y diferencias políticas, llegar a un acuerdo desde el punto de vista de encontrar el equilibrio de dos modelos que en definitiva tienen que apuntar a la paz, la productividad y el desarrollo armónico de la economía de nuestro país. Y entendernos en nuestra diferencia de visión, entre capitalismo y socialismo. Creo que hay una gran franja para entender sobre la base del amor, la paz y el diálogo y una visión sana que no tenga consecuencias históricas catastróficas.

-¿Qué opinas del Papa Francisco?

-Este Papa me gusta porque en una época de mi vida estuve vinculado a la Teología de la Liberación y trabajé muy duro en Centroamérica en la Revolución Sandinista (Nicaragua) y en El Salvador. Al principio creíamos que era otro Papa más.

-Abriga elementos fundamentales de la Teología de la Liberación. No dudo que su visión ecuménica está profundamente impregnada de una visión humanista del verdadero cristiano, que implica una visión de la igualdad social, del amor y sobre todo de la dignidad del ser humano y una crítica profunda a los valores materiales del capitalismo. Una confrontación que no quiere aceptar la Conferencia Episcopal Venezolana. Dan vergüenza esos curas.

-En la derecha son sumamente brutos y torpes, no tienen ni idea del crecimiento político de nuestro pueblo y la densidad ideológica y el nivel de conciencia. Yo me quedo sorprendido. Es extraordinario ver a madurez político en cuanto al proceso revolucionario.

– Y es un pueblo heroico. Hay que ver lo que ha aguantado este pueblo Sabe reaccionar y no asume la violencia Y ellos creen que están preparando un escenario tipo 27 F y no, porque hay conciencia. Es la conciencia que Chávez sembró. Chávez nos recuperó la genética histórica de nuestro país, nos dio la dignidad que habíamos perdido.

-Con todos los errores y situaciones difíciles, la gran mayoría de nuestra FANB es patriota, hay un cambio profundo de visión de los militares, ¿y todo eso quién fue? Y mira que a mí me cuesta un mundo el culto a la personalidad, pero cómo negar. Cuando uno oye a Chávez en estas reflexiones que de manera sistemática y ordenada están saliendo en función de temas, cómo vas a dejar de reconocer que ese tipo generó que retomáramos nuestra genética histórica. Cuando murió estuve dos días sin salir de mi casa. A ti se te puedo morir tu madre o tu padre, pero cuando se muere un líder de la dimensión simbólica que encerraba Chávez como función de esperanza de vida en lo colectivo, que te toca en lo más hondo como sociedad, y que insufla en lo más profundo de tu ser un orgullo de volver a ser lo que somos… porque hay que ver que no valíamos medio de mierda.

-¿Cómo ves hoy la situación del país con respecto a esta misma fecha del año pasado?

-Somos un país acosado de la manera más perversa por la guerra económica. Hay que ser bien ingenuo para no entenderlo: el acaparamiento, el saboteo, el dólar today como un elemento terrible de alteración de la economía del país, la cultura rentista del facilismo de nuestras clases medias. Es un milagro que después de 18 años mantenemos un proceso revolucionario que está vivo, que lucha y que la fuerza fundamental está en nuestro pueblo.

-¿Cómo combates el acaparamiento y el incremento de precios?

-Yo vivo de la caza, la pesca y la recolección, como lo aprendí de los indios. No tengo hábitos consumistas exagerados. Vivo de una manera equilibrada y sencilla y no tengo esa apetencia por tener o esa referencia de que eres feliz en la medida que acumulas.

-Tengo una suerte extraordinaria y eso de una manera u otra está ligada a una actitud ante la vida. Yo no me preocupe mucho por tener. Siempre que me planteo hacer algo, lo hago. Por perseverancia y apasionado encuentro siempre la fórmula de hacer las cosas.

-Esta crisis me enseñó a cocinar y descubrí que tengo una sazón envidiable. Hago caraotas, arroz, compro buenas bandejas de steak bien acomodaditas y las distribuyo gradualmente. Aprendí a hacer paellas arrechísimas. Como sana y sencillo. Aquí siembro moringa.

SABINO Y EL CNAC

Sabino es uno de los grandes tormentos de Carlos Azpúrua. En los años recientes anda metido en una cruzada exhibiendo su documental sobre líder indígena asesinado por terratenientes.

-No ha sido valorado en su dimensión, su dignidad y su lucha por preservar los valores de los pueblos indígenas. Malentendido inclusive dentro de este proceso, donde la Ley de Pueblos y Comunidades Indígenas está absolutamente en deuda. Me enfrenté a contradicciones dentro del propio Gobierno, porque Sabino era satanizado por instituciones y factores de poder de este país.

Sobre el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC), ente encargado de administrar Fonprocine, Azpúrua es un fervoroso defensor porque “preserva una visión plural de las realizaciones. Parto de que el verdadero arte es revolucionario, más allá de las visiones que pueda tener un creador. EL CNAC es también parte de mi obra-, dice Azpúrua, quien se proclama como el adalid que impidió que este instituto autónomo fuese suprimido cuando se estaba reordenando el Estado a través de leyes habilitantes.

-El CNAC es un patrimonio histórico de las luchas de los cineastas-, añade, para después citar ejemplos contradictorios de “tipos que son profundamente reaccionarios y logran hacer obras profundamente humanas que te abren ventanas. Yo lucho por ellos tengan el derecho a expresarse y que sea el pueblo el que decida en su madurez y su nivel de conciencia. Ahora, me confronto todo el tiempo.

-Yo no cedo un ápice de mis espacios. No me cohíbo de ir a una obra de teatro, a las salas de cine, de arte o espacio social. No tengo paranoia, pero que no se metan conmigo. Si te metes conmigo asume tus consecuencias. En el terreno que vengas en ese terreno te recibo.

Texto: Cortesía/Douglas Bolívar
Fuente: Supuesto Negado
Fotografías: CNAC