El Centro Nacional Autónomo de Cinematografía se une al tributo en memoria del actor Raúl Medina
“Los actores de cine no mueren. Cada vez que el proyector se enciende regresan, vivos de nuevo, como arcángeles de luz que iluminan las salas oscuras, resplandeciendo en la memoria de cada espectador”, Jacobo Penzo.
Prensa CNAC
El pasado sábado 18 de julio, en la sala de Cinecelarg3, se realizó un merecido homenaje a este valioso y polifacético actor de nuestra cinematografía nacional, con la exhibición de varias de las escenas donde participó y del cortometraje Mirando, de Livio Quiroz, quien además, junto a Jacobo Penzo, fueron los organizadores de la ceremonia donde estuvieron presentes los directores Román Chalbaud y John Petrizelli, los actores Pedro Lander y Carlos Carrero y autoridades del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía.
Fallecido el 28 de junio de este año, Medina fue un actor de cine, televisión y teatro que nació en Ciudad Bolívar desarrollando una larga carrera en la capital venezolana, comenzando a los 7 años en el programa de televisión “El Club de los Nietos” y un entrañable personaje como el Cabo Reyes en la telenovela Kaína. En el cine actuó en más de 20 películas al lado de figuras de la talla de Miguelángel Landa, María Teresa Acosta, Asdrúbal Meléndez, Gustavo Rodríguez y Virgilio Galindo. En las tablas, recibió formación teatral en la Escuela Juana Sujo y en esta área, trabajó al lado de Isaac Chocrón, José Ignacio Cabrujas y Román Chalbaud.
Entre algunas de las películas que participó están: La quema de Judas y Sagrado y obsceno, dirigidas por Román Chalbaud, Los muertos sí salen, de Alfredo Lugo, La boda y El atentado, de Thaelman Urgelles, La graduación de un delincuente, bajo la dirección de Daniel Oropeza, Mirando, de Livio Quiroz, y Cabimas, donde todo comenzó, de Jacobo Penzo.
Medina desempeñó papeles difíciles con gran calidad y se mostró, al mismo tiempo, como un individuo intelectual que confesaba ser amante de la lectura clásica y de los autores contemporáneos como Kafka, Baudelaire y Kiekergard, entre otros; aficiones que en el cine marcaron su simpatía por Antonioni, del que se ufanaba haber conocido mientras estudió en Italia.
El maestro Román Chalbaud, quien destacó vivamente las cualidades actorales de Medina y su entrega orgánica a cada rol que le tocó interpretar, hizo un llamado público en favor de la necesidad de poner en valor de la memoria colectiva el cine venezolano que se forjó en los años setentas y ochentas, del que Medina y tantos otros actores, actrices, realizadores y técnicos fueron artífices y cuya preservación, restauración, conservación y visibilización debe ser garantizada por la Cinemateca Nacional, concluyó el autor de El pez que fuma.
Texto: Rubén Quast