Un día en el rodaje de la película «Íntimos relatos»

José Gregorio Hernández, director, actor, productor ejecutivo y guionista, ofrece una íntima mirada al último día de rodaje de su tercera película independiente «Íntimos relatos», que tendrá su estreno en el 2018.

Íntimos relatos

Son las 11:00 de la mañana, y en una quinta de Los Palos Grandes en Caracas, el personal técnico de la película «Íntimos relatos» ajusta los últimos detalles de una de las tres escenas que faltan para el final de su rodaje.

La primera escena que debía comenzar hace dos horas se prepara al fondo de la casa, en un patio al aire libre que convirtieron en un restaurante de comida italiana con cuatro mesas, seis figurantes y en el centro, los tres protagonistas de la historia creada por José Gregorio Hernández.

Hernández no solo es el guionista de «Íntimos relatos», también es el director, productor ejecutivo y actor de su tercera obra cinematográfica, siguiendo el mismo patrón de sus dos producciones anteriores, «El secreto de mi amigo Sebas» y «Ámbar, el color de una familia perfecta».

Esta multiplicidad de roles que asume en cada una de sus películas independientes, lo ha llevado a tratar de optimizar las emociones de todo el equipo, lidiar con el ego, el talento y soltar responsabilidades a la medida de sus exigencias, pero en «Íntimos relatos» Hernández sintió una vez más, que no podía despojarse de las tareas.

«La estela de las películas que yo hago pedían que me metiera más», dijo el director, mientras confesaba que tuvo que salir de varios asistentes de dirección porque no dieron la talla y en su defecto, Francis Romero, encargada del acting coach de la película asumió el trabajo que dejaron los otros.

«Íntimos relatos» es la primera película donde Francis Romero se desempeña como acting coach, aunque su cara es conocida en el teatro, cine y televisión venezolana, además de ser docente de actuación. José Gregorio Hernández le ofreció un papel principal en «Ámbar, el color de una familia perfecta», y fue el apoyo que brindó Romero a otra actriz para que llorara en una escena, el detonante para asumir el acting coach en «Íntimos relatos».

A las 11:05 de la mañana, Romero no para de moverse: verifica el encuadre en el video assist, estudia una vez más el lugar de cada utilería, marca los puntos de salida y entrada de los extras, reparte ordenes y lo principal, repasa el guion con los tres actores de esta escena, Gonzalo Guerrero, Grecia Rodríguez y José Gregorio Hernández.

Parte de la función de Francis Romero es vigilar que José Gregorio Hernández, a pesar de ser el director y productor ejecutivo, se enfoque solamente en su actuación, «él ya padeció en su anterior largometraje el hecho de estar solo, dirigiendo, produciendo y descuidando su trabajo actoral y él quería estar acompañado aquí con alguien que vigilara su trabajo actoral sin embargo se me ha hecho difícil».

La lucha de Romero para alejar los problemas del director es diaria, y a esto se une un guion que tiene una delgada -delgadísima diría Romero- línea entre el erotismo y la pornografía.

Íntimos relatos

Carne y perfume

Es una metáfora, pero también funciona de manera literal, a José Gregorio Hernández le gusta desnudar a sus personajes.

No habla directamente de ser polémico, pero lo erótico, la sexualidad, el tema de la sexodiversidad es una condición sine qua non en sus películas. Hernández habla de un guion lleno de piel, de unos personajes que muestren carne, que destilen un perfume lleno de conflictos y miserias humanas, y para eso «Íntimos relatos» funciona para él como punto final de una trilogía que empezó con «El secreto de mi amigo Sebas», «Ámbar, el color de una familia perfecta» y ahora esta, su tercera obra que se estrenará en el 2018.

Si en «El secreto de mi amigo Sebas» la trama gira en torno a un conflicto familiar con visos homosexuales, en «Ámbar, el color de una familia perfecta» el protagonista masculino utiliza el travestismo para transformarse en Ámbar su alter ego, en «Íntimos relatos», José Gregorio Hernández empuja la trama un poco más allá de los límites para mezclar la intimidad de sus cuatro personajes: Christian (José Gregorio Hernández), Eugenia (Grecia Rodríguez), Bárbara (Estrella Hurtado) y Eduardo (Gonzalo Guerrero).

En «Íntimos relatos», la homosexualidad y la transexualidad transcurren frente al lente de la cámara con escenas delicadas que incluye, la recreación de un sauna gay con más de 38 hombres que requirió de un manejo coreográfico, para no pasar esa delgadísima línea de la que habla Francis Romero.

Es Romero quien explica que más allá del amor dependiente de la genitalidad que se ve en la película, ¿qué desean estos cuatro protagonistas? «los protagonistas están tratando todo el tiempo de poseerse uno al otro, como tratando de indagar hasta límites insospechados, en dónde radica el amor, y cuando se dan cuentan que se poseen sexualmente, pero aún así no tienen el amor eso, los termina desquiciando».

A los 17 años, José Gregorio Hernández escribió la novela «Nuestros más íntimos relatos» en la que se basa el guion de la película, pero tuvo que esperar muchos años para tener el músculo financiero y llevarla a la gran pantalla, mientras esto ocurría, Hernández estudió para ser cirujano especialista en bioplastia, y comunicador social con diplomados en España en redacción de guiones para cine y televisión y dirección.

Entregado a ofrecer una película independiente al año para el cine venezolano, Hernández tiene claro lo que desea, «hacer historias para que te choquen, para que tengan la atención de mirarla, analizarla, que la puedas criticar pero después te quede eso en la cabeza».

Lo que no le interesa a Hernández es pensar en el mañana, en si el tema del sexo que él trata en todas sus películas se banalizará, «no me preocupa la forma como estoy contando el discurso, me interesa el fondo».

Y para explorar ese fondo, Hernández se alío con tres actores, caras frescas para el cine venezolano, Grecia Rodríguez, Estrella Hurtado y Gonzalo Guerrero.

Íntimos relatos

Dos personajes

Son las 11:10 de la mañana en el último día de rodaje de «Íntimos relatos».

Los personajes de los actores Gonzalo Guerrero quien interpreta a Eduardo y Grecia Rodríguez a Eugenia entablan su diálogo:

Eduardo: …Dios, si acaso existe, nos hizo limpios, las barreras te las pones tú mismo.

Eugenia: Hay reglas que yo no inventé.

Eduardo: Pero las sigues sin saber quién las hizo. Como abogada responde, ¿por qué no permiten que se apruebe la ley del matrimonio igualitario? ¿O la ley de identidad de género? ¿Por qué se debe llevar el nombre o el cuerpo con el que uno no se siente cómodo.

Eugenia: ¡Ya empezamos con el orgullo!

Corte de la escena por el ruido de un avión que interrumpe el diálogo de los actores.

Gonzalo Guerrero es un actor novel del teatro y también ha protagonizado videoclips de cantantes urbanos, pero lo que él pedía era un papel en el cine para desdoblarse, para que lo consideraran más allá que una cara bonita.

Media hora antes de su primer llamado a escena, Gonzalo esperaba en un rincón fumando un cigarrillo, «es una historia bastante bizarra que me tiene la vida a cuadritos…¡y a todos!»

Se ríe, fuma una vez más para cuidar sus palabras. Su personaje Eduardo lo perturba desde el inicio del rodaje, la película lo tiene «loco» pero se apresura a decir, «es maravillosa la sensación».

Su inicio en el cine llegó como él pidió, con una historia nada sencilla, «yo quiero que vean desde la miseria, como actor, y cuando leí el personaje fue muy rudo porque cuando lo leía me preguntaba, pero para dónde va esto. Este guion lo empecé a leer y seguí pasando las páginas y me comí el guion en media hora volando y lo volví a leer, y llamé a Francis (Romero) y le dije que era una locura, este guion es una locura».

Un caso parecido vivió la actriz Grecia Rodríguez cuando una madrugada leyó en Instagram el llamado de Francis Romero quien buscaba una actriz para la película, la descripción coincidía con su perfil, además en el anuncio pedían otro detalle: que sea desinhibida.

Grecia se presentó en el casting, «a todas estas yo veía como una mirada temerosa, había algo en la mirada de Francis que no entendía, hice mi casting normal y al día siguiente me dijeron que tenía el papel y me mandaron el guion para leerlo. Llegué a mi casa, leí el guion y me pareció que era un guion tan franco, tan verdadero y yo vi en Eugenia un reflejo, un ápice de mi propias ganas de ser infeliz por mucho tiempo en mi vida, de no ser sincera, de ocultar por estupideces, por ganas de complacer a los demás (…) Yo vi un reflejo, vi una carcasa mía que todavía estoy tratando de sacudir pero que ya logré identificar, y Eugenia me habló, me llegó, me sacudió y me conmovió».

Esta es la segunda participación en una película venezolana de Grecia Rodríguez, la primera fue en «Taita Boves» (2010) de Luis Alberto Lamata, y a partir de allí es conocida por participar en las temporadas de microteatro, aunque lo que más resalta en Grecia es su genética actoral: es hija del actor Gustavo Rodríguez.

Esa imagen tan poderosa del primer actor venezolano, quien falleció en abril del 2014, es una presente en Grecia a quien no le importan las comparaciones, «yo no puedo comparar mi carrera con la de mi papá (…) Yo entiendo que si hay alguna similitud entre mi papá y yo, es que él entendió y lo aceptó mucho más honestamente y mucho más rápido, pero él entendió que la única manera que él tenía de hacer lo que sea, era a través de la actuación y yo también lo sé».

Apoyado en las actuaciones, con la ayuda de Francis Romero y su equipo técnico, José Gregorio Hernández busca con su tercera obra cinematográfica seguir atizando la polémica de las relaciones familiares, la temática LGBTI y el dilema entre el amor y el sexo.

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Texto: Mawarí Basanta
Fotografía: Rosa Elena Mota