El diseño sonoro en el cine venezolano de Gerardo Gouverneur

El sonidista Gerardo Gouverneur, compartió sus vivencias de 32 años de trabajo en el cine venezolano en una Clase Magistral que se desarrolló en la Sala de Formación Román Chalbaud del Laboratorio del Cine y el Audiovisual de Venezuela «Rodolfo Santana».

Gerardo Gouverneur

El técnico de cine especializado en el área de sonido, Gerardo Gouverneur, cuenta con 32 años de carrera y ha participado en diferentes producciones venezolanas, motivo por el cual formó parte del programa educativo Descubriendo Nuestros Protagonistas del Cine Venezolano, tras dictar una Clase Magistral en las instalaciones del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC).

El primer contacto de Gouverneur con el arte ocurrió a finales de la década de los 70, cuando tenía 16 años y era un joven recién graduado de bachillerato que emprendía una búsqueda vocacional. En medio de esa búsqueda decidió, con la ayuda de sus familiares, inscribirse en un curso de fotografía en la Universidad Santa María ubicada en la ciudad de Caracas.

«Gracias a ese curso comencé a ver la fotografía y la vida de otra manera, fue muy completo, aprendí a operar la cámara, a encuadrar, a tomar fotografías, aprendí a revelar en un cuarto oscuro con negativos».

En el curso aprendió que no existe arte sin técnica porque de primera mano conoció cómo tomar una fotografía, la velocidad del obturador, la apertura del diafragma, la sensibilidad de la película, la profundidad de campo y el encuadre. Sin olvidarse de la fotografía, inicia una nueva etapa en la Universidad Central de Venezuela (UCV) donde estudió Geografía, creció profesionalmente, cambió la forma de ver la vida y desarrolló un pensamiento social, intelectual y político más amplio. «La fotografía era una semilla que había germinado, un arbusto bastante grande» y Gouverneur pensaba incluirla en cualquier quehacer, actividad o proyecto que decidiera emprender.

Pasa el tiempo y conoce a una joven que estudiaba Artes, mención Cine en la Universidad Central de Venezuela, y es a través de ella que comienza a acercarse al séptimo arte, a conocer cada vez más, a disfrutar de directores reconocidos como Luis Buñuel, y surgen nuevas interrogantes: el cine despertaba en él cada vez mayor inquietud.

«Empecé a ir más al cine, asociar la imagen cinematográfica con lo que sabía de fotografía y me empezó a gustar, me empezó a entusiasmar».

Recuerda que en una librería de Sabana Grande descubrió dos tomos de la Historia del Cine de Román Gubern y sin saber quién era el autor los compró. Esos tomos cambiaron su apreciación sobre la cinematografía mundial, ya que entendió como había evolucionado. «Esa lectura me emocionó mucho, todo lo que sabía de fotografía lo llevé a la cámara de cine y quería ser camarógrafo y director».

Gouverneur tuvo la posibilidad de conocer gente del medio cinematográfico, debido a que su hermana, Andrea Gouverneur era productora en la ciudad de Caracas de películas como «La rosa de los vientos» (1983) de Patricio Guzmán, una coproducción entre el Departamento de Cine de la Universidad de los Andes (ULA) y el Instituto del Arte e Industria Cinematográficos (ICAI) de Cuba, él recuerda como a su casa llegaban camarógrafos, vestuaristas, entre otros profesionales del cine cubano.

«Mi casa se convirtió en el hotel del ICAI y yo en el chofer (…) Fue una experiencia muy grata conversar con técnicos de cine de verdad, gente con muchísima trayectoria»

No es hasta el año 1984 que recibe la primera propuesta para trabajar como aprendiz de asistente de cámara en la película «Cubagua» (1986), una coproducción entre Cuba, Panamá y Venezuela dirigida por Michael New. Estaba preparado para iniciar esta primera etapa en el cine, cuando de forma inesperada recibe la noticia de que sería el asistente de cámara. A pesar de su inexperiencia pudo realizar el trabajo con disposición y disciplina, tenía el «deseo de hacerlo bien». Le bastó estar una semana en el rodaje para quedar maravillado con el equipo técnico, de producción, dirección y con todo lo que conlleva trabajar para el cine.

«Eso fue amor a primera vista, yo veía el celo profesional de cada uno, el interés de cada uno, la motivación de todo el mundo, cómo cada quien daba lo mejor de sí por su trabajo, fue realmente impresionante»

El técnico de sonido comentó que está convencido de que en una producción audiovisual existe la motivación al logro «Las empresas privadas y públicas gastan muchísimo dinero contratando psicólogos, entrenadores para generar en los empleados la motivación al logro, y en el cine nacional está gratis» .

Gerardo Gouverneur

Nace un sonidista

Durante el rodaje de la película «Cubagua» conoció al sonidista Stefano Gramitto, quien lo contrató como carpintero para la construcción de su estudio de sonido, en la ciudad de Caracas. Para asumir este nuevo trabajo comenzó a estudiar acústica y carpintería, para él lo más importante era estar cerca de quienes sabían de cine.

Realizó un curso de sonido con el que consigue el puesto de asistente de Gramitto en el largometraje «Pirañas del puerto» (1986) de Gabriel Walfenzao, allí aprendió a operar y a familiarizarse con el Nagra (grabador de sonido), todo esto lo consideraba interesante, sin embargo no quería ser sonidista, solo que el sonido era la única posibilidad que tenía de estar en un rodaje.

Con la película colombiana «A la salida nos vemos» (1986) de Carlos Palau, conoció la moviola (equipo de montaje de sonido), porque en Venezuela se hizo toda la postproducción sonora, el responsable de la misma fue Stefano Gramitto. «La moviola fue una cosa que me llegó al alma, me involucré muchísimo en la postproducción de sonido, me encantó la experiencia, terminamos el montaje de la película y participé en la mezcla y luego vino la película «Macu, la mujer del policía», filme estrenado en el año 1987 y dirigido por Solveig Hoogesteijn».

Gerardo Gouverneur se especializó en el Taller de Arte Sonoro de la Escuela de Artes y Ciencias del Audio y Tecnología Musical Digital de la Audio Engineering Society en el año 1995, gracias a su interés por aprender y avanzar en su oficio ha logrado cultivar una exitosa carrera en el cine venezolano. Inició en el cine analógico, y ha ido evolucionando con el séptimo arte en la era digital, lo que para él representa un gran salto tecnológico que ha mejorado los procesos de edición y la calidad del sonido actual.

Gerardo Gouverneur

Cultura de Sonido en un set

Gerardo Gouverneur declaró que debe mejorar la forma en que se aborda la cultura de sonido en un rodaje, pues afirma que se ha hecho «de abajo hacia arriba» cuando se debe empezar a fortalecerse en dirección, producción y en los jefes de cada una de las áreas, quienes deben adoptar el hábito de trabajar en función de la imagen y el sonido con el mismo cuidado, para así dar el ejemplo al resto del equipo. «La obra es audiovisual necesitamos que las dos cosas queden bien, si el sonido queda mal la imagen queda mal».

Explicó que el sonido en forma de voz está cargado de un mensaje verbal diseñado para ser descodificado por nuestro cerebro, por eso los diálogos deben entenderse, están compuestos de una carga de intensiones, modismos que requieren de un esfuerzo adicional del cerebro, cosa que no ocurre con la música, y demás efectos sonoros que aseguró «entran por la piel».

«En el cine tiene que haber una relación muy grande entre el registro sonoro del diálogo y el fondo, el ambiente que está sonando»

Por otra parte el técnico de sonido, reconoció a los directores Román Chalbaud, Solveig Holgesteing, Jackson Elizondo por tener conciencia sonora, y considerar el sonido como parte importante de la película. Aseguró que un buen director debe trabajar con los cinco sentidos. «la dirección es una invitación sensorial maravillosa».

«Cuando yo llego a postproducción después de hacer el sonido de campo, el ambiente, el que yo quise hacer y con el que tengo que trabajar, con mi buen registro, con mis efectos y llego a hacer el diseño sonoro de esa película, ¡eso es lo máximo! Yo ahí levito, deliro, soy feliz absolutamente porque estoy haciendo algo que me encanta».

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FILMOGRAFÍA SELECTA

«Mi abuelo Ajishama» (2015), dir. Jackson Elizondo [mediometraje ficción]
«Se llamaba Soledad» (2015), dir. Alejandro Bonilla [cortometraje ficción]
«Caracol, otros nosotros» (2014), dir. Flora Rodríguez [largometraje documental]
«No jile» (2014), dir. Carolina Dávila [cortometraje animado]
«Sin sentido» (2013), dir. Liris Acevedo [cortometraje ficción]
«Rueda libre» (2012), dir. Jackson Elizondo [cortometraje ficción]
«El gran viaje» (1998), dir. Alexander Idrogo [largometraje documental]
«La reina Mora» (1992), dir. Gustavo Balza [cortometraje ficción]
«Salto al Atlántico» (1989), dir. María Eugenia Esparragoza [mediometraje documental]

Texto y fotografías: Jerick Hidalgo