El maquillaje creativo de Stella Jacobs

La maquilladora Stella Jacobs se convirtió en una de las Protagonistas del Cine Venezolano del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC), en una Clase Magistral llena de más de cuatro décadas de experiencias y anécdotas.

Stella Jacobs

Lápices, polvos, prostéticos, son algunas de las herramientas que utiliza Stella Jacobs al momento de ayudar a una actriz o un actor a entrar en personaje, aunque la maquilladora profesional se apoya también en el silencio para contribuir en la caracterización.

Con su silencio a la hora de maquillar, Stella ofrece un espacio a los actores para que repasen con calma el guion mientras ella retrata la historia y vida del personaje en el rostro, «a su cara, a su cuerpo. Otra cosa que trabajo con los actores es que se sientan cómodos. Yo nunca les voy a poner algo con lo que se sientan incómodos porque va a transcender en la actuación, y el actor mejor que nadie sabe cómo quiere lucir y lo tiene completamente concebido (…) Yo siempre digo que a la hora de enfrentar una caracterización general, siempre uso la frase que tu biografía se convierte en tu biología».

Por eso Stella junto con el actor, construye los pasos de ese personaje para llegar al maquillaje: cómo era de niño, cuál fue su juventud, qué acciones lo llevaron a ser el hombre o la mujer que aparece en cámara, sin importar si la historia está o no escrita en el guion.

En muchas ocasiones, Stella Jacobs coloca reglas de juego con los intérpretes. Lo hizo con Luigi Sciamanna en la película «Sucre» (1996) de la directora Alidha Ávila, cuando Stella optaba por saludar al actor como si fuera el personaje, notando la transformación a medida que iba maquillando.

«Él venía repasando letra a letra, y repasando desde que ponía un pie en el motorhome y yo lo acompañaba en toda esa locura, que no era una locura, era algo muy hermoso. E íbamos construyendo y le decía, ‘¿Cómo se siente mi general?’ ‘Creo que estoy un poco mayor’. ‘Si mi general, ya vamos a bajarle un poquito a esto’. ¡Parecía una conversación de locos pero construimos una cosa increíble!»

Stella Jacobs

La experiencia de transpolar el guion a la vida real lo vivió la maquilladora con las actrices Mimí Lazo en «Manuela Saénz» (2000) de Diego Rísquez y Elba Escobar en «Golpes a mi puerta» (1993) de Alejandro Saderman, cuando Stella notó como, tanto Mimí como Elba, se hundían en el llanto antes de meterse en la piel de sus personajes.

«Yo creo que cuando uno está tan involucrado en su trabajo como es el cine, uno no está para echar una pintura nada más. Uno vive la película, cree en la película, sacrificas horas de sueño, peleas con el director, peleas con los actores pero es como la pelea con la familia, todo el mundo quiere lo mejor para su trabajo y para la familia. Todo el mundo empujando para el mismo lado».

El proceso de trabajo de Stella comienza con un desglose de guion, reunión con el departamento de arte y su director, también mantiene una comunicación con el director de fotografía, para luego presentar propuestas al director. En casos particulares, invitan a Stella Jacobs a participar en el casting de la película cuando los personajes requieren de una caracterización en especial.

En «Er relajo der loro» (2012) de John Petrizzelli, Stella debió llevar los personajes de los años 50 hasta la actualidad, «¡Los mismos actores! Había un período de más de 30 años de envejecimiento y estuvimos viendo actores y actrices. Yo veía a una excelente actriz pero no me daba la cara, es una responsabilidad porque estábamos sopesando talento con físico. Y en varias películas pasó, realmente es una enorme responsabilidad (…) Entonces, hasta ahí se puede involucrar el maquillaje, algo de tanta responsabilidad como escoger la actriz principal».

Cuando inicia el proceso de producción de una película, Stella no pide mucho, una silla con una medida apropiada o unas petaninas en su defecto, una mesa grande, un espejo, buena luz, electricidad y agua cerca, pero Stella agrega que aunque parezca fácil no se logra casi nunca.

A la par del silencio, la higiene personal es fundamental para la maquillista y su equipo de trabajo. Stella Jacobs carga siempre consigo toallitas húmedas, una botella de enjuague bucal y está constantemente limpiándose las manos porque su trabajo requiere una intimidad «casi de enfermera, ¡porque tú agarras a ese señor y a esa señora por todas partes! (…) Entonces para uno hacerse agradable tiene que llegar limpio, el sentido del olfato es increíble. Si alguien que se te acerca huele rico, inmediatamente la aceptas».

Desde 1979, año en que comenzó su carrera en el cine en la película «Solon» de Enver Cordido, la maquilladora Stella Jacobs ha conocido tan buenos actores que serían capaces de llegar hasta los extremos en su transformación, con tal de ofrecer realismo si así lo exigiera el guion, y también ha conocido a no tan buenos actores, quienes piensan que si se ven bellos en pantalla llegará el deseado éxito.

Cuando participó como maquilladora en el programa de televisión «Archivo Criminal» que transmitió Radio Caracas Televisión, el grupo de trabajo era tan pequeño que Stella debía encargarse de muchas áreas, además del maquillaje. Los actores masculinos aprovechaban algún descuido de la maquilladora para meterse en el baño y colocarse rímel en los ojos con el pretexto de que así saldrían mucho más atractivos, hasta que llegó una queja de los cuerpos policiales sobre si había alguna intención oculta detrás de esto.

El caso de «Archivo Criminal» no fue el único. Le ha pasado que actrices jóvenes desarman a escondidas el maquillaje que ella realiza, «si tú no eres capaz de transformarte en otra gente estás fallando a nivel actoral (…) Tenemos gente que quiere éxito, triunfo, relevancia, no talento, no trascendencia y entonces la agarra con el maquillaje y con el pelo (…)»

Stella Jacobs

Claroscuros y contraluz

Stella Jacobs realizó estudios de especialización en maquillaje de caracterización en la Joe Blasco Make Up Scholl, en Los Ángeles, California ubicada en Estados Unidos, donde aprendió a realizar desde un envejecimiento, crear traumatismos hasta asumir la responsabilidad del maquillaje mortuorio.

Después de participaciones en películas como «Manoa» (1980) de Solveig Hoogesteijn, «La boda» (1982) de Thaelman Urgelles, «El iluminado» (1984) de Jesús Enrique Guedez, «Agonía» (1984) de José Ramón Novoa, «Más allá del silencio» (1985) de César Bolívar, «Aguasangre» (1987) de Julio Bustamante, «Seguro está el infierno» (1986) de José Alcalde, Stella Jacobs comprobó que el cine venezolano difiere de otras cinematografías del mundo.

«Hay una cosa tan democrática que hasta que uno regaña al director. Este es el único país en que uno le dice al director pero bueno chico, ¿vas a hacer eso? Y lo llama aparte ¿pero por qué no le pones esto al protagonista que le queda mejor? Y lo oyen a uno (…) ¡Eso es insólito! Eso es impensable en otro país del mundo, este es el cine más democrático, no es que yo he trabajado en todo el mundo pero por lo menos he trabajado con cinco o seis nacionalidades diferentes, este es el país más democrático de la tierra a nivel de cine, aquí todos opinamos hasta de más».

Un cine democrático pero al que se tiene que llegar a acuerdos: Stella Jacobs negocia siempre la luz con el director de fotografía, por eso cuando entra a un nuevo proyecto su primera inquietud es quién va a ejercer ese cargo, porque en el sitio de rodaje, él o ella será su más fiel cómplice.»Un fotógrafo puede destruirme el maquillaje con un 5.000 que me ponga cerca».

Es en ese momento cuando llega la negociación porque dependiendo de la ubicación de las luces y su intensidad, el maquillaje cobra vida o se pierde por completo, Stella puede asumir el envejecimiento del actor con prostéticos y látex de tres dimensiones, pero si no es tan extremo, trabaja con claroscuros para colocar más edad a los actores.

«Si a mí me meten una luz 5.000 enfrente se acabó, el tipo queda de cinco años porque además cuando uno quiere rejuvenecer, pones una luz directa, pones un rebote abajo y le tumbas 20 años, si me haces eso con un envejecimiento yo no hice nada».

Stella Jacobs

Un contraluz nunca dejará ver el sudor, una cenital marcará ojeras a todos los actores. La incidencia entre maquillaje y fotografía es muy importante pero también ocurre con vestuario, porque colores como blanco o rojo en la ropa muy cerca de la cara, rebotarán directamente en el maquillaje facial.

Stella Jacobs tiene como norma nunca cambiar el tono de piel de las personas, solo lo modera medio tono más arriba o medio tono más abajo, «lamentablemente en Venezuela donde tenemos una población afrodescendiente con toda la gama hermosa de los colores, mezclada con indígenas y gente blanca, no tenemos una línea para gente oscura. Aquí no hay maquillaje para gente oscura, es terrible».

En esos casos la maquilladora se apoya en el brillo de la piel oscura para usar de base tonalidades marrones y amarrillas, «si yo no tengo una base para una persona oscura y tiene buena piel, yo lo que hago es un poquito de crema para humectar y polvos oscuros y eso ya me resuelta».

Las dificultades no detienen a Stella Jacobs: con el silicón que se utiliza para pegar vidrios arma productos en tres dimensiones como cicatrices y heridas, los polvos de belleza los elabora con pigmentos y talco, prepara el sudor con aceite de bebé; con goma espuma o el material alginato de impresión dental y yeso elabora narices o alguna otra parte del cuerpo.

«El otro departamento con el que trabajo muy cerca es efectos especiales, si vamos a matar a alguien, tiros, sangre, degollamiento, lo que sea, tengo que hablar siempre con el de efectos especiales (…) La línea entre efectos y maquillaje es muy finita. A mí me piden muchas veces cosas que digo que es un efecto, ¿pero tú lo puedes hacer? Bueno sí, pero me siento más tranquila cuando hay un efectista».

Stella recomienda que se debe conocer de patología forense, investigar antes de maquillar un impacto de bala, cuál era el calibre, la distancia en la que se disparó. «Lo que yo aplico siempre cuando maquillo traumatismo, si no te engaña al ojo a 50 centímetros no va a engañar la cámara».

Con la experiencia en más de 40 películas como maquilladora y 17 documentales como directora, cuando a Stella Jacobs le preguntan a qué se dedica responde con mucho orgullo que es técnico de cine, «para mí no significa solo un oficio, ha implicado una forma de vida, de relacionarme, ha implicado crear una familia porque eso si tenemos los técnicos, terminamos siendo familia».

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Texto y fotografías: Mawarí Basanta Mota