Mario Nazoa: «Parte del arte es contar mentiras y que la gente se las crea»

El sonidista Mario Nazoa visitó la sede del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC) para explicar en una Clase Magistral, las responsabilidades que implica su oficio y cómo ha sido su paso por el cine venezolano durante sus más de 40 años de trayectoria.

Mario Nazoa

El Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC), tuvo el honor de tener como Protagonista del Cine Venezolano al especialista en sonido Mario Nazoa, quien se convirtió en el cineasta número 26 en compartir una Clase Magistral del Programa Descubriendo Nuestros Protagonistas del Cine Venezolano, en la Sala de Formación Román Chalbaud del Laboratorio del Cine y el audiovisual de Venezuela » Rodolfo Santana».

Mario Nazoa inició su recorrido audiovisual cuando apenas era un niño. Creció entre pintores, fotógrafos y familiares que trabajaban en el cine y la televisión, por este motivo, era casi inevitable que Nazoa se sintiera atraído por alguna de esas áreas. Debido a toda la influencia de su núcleo familiar, se convirtió en niño actor al participar en telenovelas y teatros transmitidos en Radio Caracas Televisión en el año 1959. «Ya después de grande, eso de estar delante de una cámara no me gustó para nada, lo fui dejando por ahí».

Nazoa no siempre estuvo interesado por el sonido; desde muy joven era un apasionado de la fotografía, luego estudió música pero sentía que «no lo llenaba» y decidió dejarla. En un momento de su vida confiesa que no encontraba qué hacer, al no lograr concluir nada de lo que comenzaba simplemente porque dejaba de gustarle o de llamar su atención.

Todo comenzó a cambiar para el joven en el año 1967. La cuidad de Caracas cumplía 400 años de fundada y para celebrar el aniversario de la capital, surgió una producción llamada «Imagen de Caracas», a la que asistió por curiosidad. Allí pudo observar de cerca todas las máquinas (cámaras, luces) y codearse con el equipo de filmación. «Yo conocía las cámaras, por todo lo que había hecho de niño, pero esa vez lo vi más de cerca, pude tocarlo un poco más».

A comienzos del año 1970, María Teresa Castillo, presidenta del Ateneo de Caracas en aquella época, recibe la donación por parte de los realizadores de «Imagen de Caracas» de equipos de producción que le permitieron inaugurar en la sede una Escuela de Cine; Mario Nazoa no duda en inscribirse y allí cambia su vida para siempre. «Yo fui allá de curioso a ver qué era eso, y hasta el sol de hoy ya no pude desprenderme nunca más del asunto».

En la Escuela de Cine del Ateneo de Caracas comienza a formarse en fotografía. Nazoa recuerda que tuvo como profesor a Abigail Rojas, a quien considera uno de los grandes maestros de la fotografía del país, entre otros grandes profesionales. Durante sus estudios de cine aprendió cómo se desarrollaba el proceso de revelado de las películas.

«Recuerden que antes hacíamos películas con películas, una cosa palpable, no con computadoras ni programas de edición, la película era una cosa que existía (…) Era una cosa que podíamos tener en nuestras manos y teníamos que procesarla, era todo un procesamiento de laboratorio, toda esa cantidad de cosas las estudiábamos en la escuela».

Su interés no desaparece como ocurrió en varias ocasiones, por el contrario, dentro de la Escuela de Cine del Ateneo de Caracas sigue encontrándose con diferentes áreas y todas le parecen interesantes, es así como conoce el montaje en donde sin saberlo, comienza a darle importancia al sonido. En las clases de montaje realiza ejercicios que consistían en tomar trozos de películas para armar historias, allí comprendió que la esencia del cine está en el montaje.

Culmina sus estudios de cine y dirige lo que sería su primera y última película. «La proyecté una vez en la Cinemateca y al día siguiente de la proyección agarré los negativos, las fotos, todo y lo tiré a la basura. Sufrí de un gran ataque depresivo, por el momento me encerré, no quería ni siquiera salir a la calle, descubrí que no servía para eso, la película no me gustó».

Sale del encierro y comienza a trabajar como montador en una productora, empezó con una serie de programas como un noticiero científico, los juegos olímpicos de Alemania, entre otros trabajos. Allí tuvo su primera experiencia con el sonido.

«Cuando uno está en una mesa de montaje, requiere de una serie de sonidos para poder armar pistas para que haya cierto sentido sonoro, ¡y casi nunca las tenía! Entonces empecé a grabar ambientes, efectos, cosas que me hacían falta y me empezó a gustar el asunto del sonido»

Nazoa participó por primera vez en una película profesional como foquista y asistente de cámara en «Maracaibo Petroleum Company»(1974) del director Daniel Oropeza. En esa misma época realiza un especial para televisión del grupo Santana dirigido a toda Latinoamérica, trabajó como sonidista en casi todas las películas de Alfredo Anzola, en las que se destacan «Se solicita muchacha de buena presencia y motorizado con moto propia» (1977); «Manuel» (1979); «Cóctel de camarones, en el día de la secretaria» (1984); entre otras. Igualmente ha aportado su profesionalismo en el área de sonido en los filmes «Nena salúdame al Diego» (2013) de Andrea Herrera Catalá; «La distancia más larga» (2014) de Claudia Pinto; «Desde allá» (2015) de Lorenzo Vigas y «El malquerido» (2015), dirigida por Diego Rísquez.

Mario Nazoa

Trabajo de un sonidista

Mario Nazoa considera que el cine es un trabajo de 24 horas, porque «dentro y fuera del set siempre se está pensando en la película». El sonidista cuenta que le ha tocado vivir «cosas horrendas» que lo han forzado a tomar la decisión de desistir del cine en varias oportunidades, pero que su pasión es tan grande que olvida todo lo sucedido apenas recibe una llamada para realizar otro proyecto.

«Yo quisiera que alguien me explicara por qué uno tiene que dejar la vida pegada a una película, para mí es muy difícil entenderlo ¿Por qué uno no puede vivir sin filmar?»

Nazoa se especializó en el sonido directo, (el que se recoge en el mismo momento que se está filmado), le apasiona estar en el campo, en la calle. Uno de esos sonidos directos que guarda son los diálogos a los que les presta mucha atención, los graba de » a manera más bonita y clara posible» porque siente que si alguien se tomó la molestia de escribir esos diálogos es para que se entiendan.

El cineasta también graba los ambientes de cada escena, para esto toma 30 segundos en total silencio del set de filmación. Ese registro de ambiente sirve para rellenar espacios vacíos de sonido y resuelve muchos problemas en la postproducción, también graba algunos efectos de sonidos que le parezcan importantes e interesantes.

Nazoa comentó que en la era análoga era mucho más complicado su oficio, pues cada proceso era manual y destructivo, el que se ocupaba del sonido directo muchas veces tenía que cuidar la postproducción del mismo, porque no había nadie que lo hiciera. «No había nadie que cuidara ese trabajo en el cine, uno se cuidaba muchísimo grabando un dialogo y luego venía alguien y cortaba mal la cinta, cortaba mal el sonido, porque en esa época el sonido se grababa en cintas magnéticas»

Explicó que el sonido en el cine se grababa en 24 cuadros, al igual que la imagen, para que pudiera existir sincronía, para eso tenían que pasar el sonido a cintas perforadas al igual que las cintas utilizadas para la imagen. Aseguró que en la época análoga filmar era un proceso que costaba mucho dinero «se ensayaba muchísimo porque el director y el productor sabían que hacer más de tres tomas sería un pecado, era inconcebible».

Considera que en la actualidad es mucho más sencillo, es menos destructivo, pero los nuevos directores están tomando una mala actitud ante la tecnología digital. Nazoa ha estado en películas en las que el más de 40% del material filmado es desechado. «Ahora los directores creen que pisar el botón de la cámara no cuesta dinero, el ensayo se hace grabado (…) Eso de pisar el botón de la cámara y hacer 20 tomas, 30 tomas a mi parece un horror, porque aparte acabas con el equipo, acabas sobre todo con los actores»

El sonidista comentó que durante su trayectoria en el cine ha tenido diferencias con los demás técnicos que se enfocan en el cuidado de la imagen como el director de fotografía, director de arte, vestuario y utilería. Considera que muchas veces en las películas todo el equipo trabaja en función de la imagen, y no del sonido. «nadie se pone a escuchar lo que está aconteciendo, la gente escucha cuando se cae una cosa al piso (…) Cuando uno dice que hay un ruido, ellos te dicen pero ¿se oyó mucho? Yo les digo ¡mira se atravesó alguien frente la cámara! ¿Se vio mucho? Es exactamente lo mismo»

Para Nazoa, los directores y productores muchas veces no toman en cuenta el ambiente sonoro de sus locaciones, lo que complica el oficio del sonidista, quien además tiene que estar monitoreando con sus audífonos que entre una escena y otra no haya cambio en el paisaje sonoro. El sonidista también cuida el ritmo de los actores y que no se sume ningún ruido extraño en la película, por eso Nazoa aconseja que las locaciones sean lo más silenciosas posibles y que cuando un sonidista diga que hay un ruido se le preste atención.

«Es una cosa paradójica esto del sonido. Uno cuando está grabando sonido directo, se ocupa de eliminar toda clase de ruidos, de ponerle cosas a los zapatos para que no suenen, si es posible poner una alfombra, para después montar todos esos ruidos en postproducción, pero en este negocio los ruidos tienen que sonar como a uno le de la gana, no como le de la gana al ruido, ¡De eso se trata! Parte del arte es contar mentiras y que la gente se las crea».

Para finalizar Mario Nazoa reconoció al microfonista como un ser muy especial, una persona sensible y que conoce mucho de actitud corporal «un microfonista de los buenos sabe que cuando un actor coge bastante aire es porque va a gritar y antes de que lo haga ya ha quitado el micrófono. Ese personaje es la mano derecha de uno en el set». Igualmente señaló que en una producción siempre habrán detalles que se escapan de las manos, pero se trata de hacer el cine nacional lo mejor posible para que el público lo quiera más.

«Yo he dejado muchas cosas regadas pero afortunadamente en el cine las he encontrado todas».

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FILMOGRAFÍA SELECTA

«El vividor» (1977), dir. Manuel Punceles
«En Venezuela es la cosa» (1978), dir. Giancarlo Carrer [junto a Simón Fleszler]
«Los profesionales» (1978), dir. José Ramón ‘Moncho’ Márquez [junto a Orlando Castro]
«Manuel» (1979), dir. Alfredo J. Anzola
«Menudo, la película» (1982), dir. Alfredo J. Anzola
«Cóctel de camarones en el día de la secretaria» (1984), dir. Alfredo J. Anzola
«De cómo Anita Camacho quiso levantarse a Marino Méndez» (1986), dir. Alfredo J. Anzola [junto a Alejandro Rodríguez]
«Aguasangre, crónica de un indulto» (1987), dir. Julio Bustamante
«Operación Billete» (1987), dir. Olegario Barrera
«En Sabana Grande siempre es de día» (1988), dir. Manuel de Pedro
«La mujer ajena» (1989), dir. Livio Quiroz
«Jericó» (1991), dir. Luis Alberto Lamata [también como editor]
«Fin de round» (1992), dir. Olegario Barrera
«El misterio de los ojos escarlata» (1992), dir. Alfredo J. Anzola
«Los platos el diablo» (1995), dir. Thaelman Urgelles
«Desnudo con naranjas» (1997), dir. Luis Alberto Lamata [también como editor junto a Carlos ‘Cacho’ Briceño]
«Salserín, la primera vez» (1997), dir. Luis Alberto Lamata
«Rosa de Francia» (1997), dir. César Bolívar [junto a Amado Dehesa]
«3 Noches» (2001), dir. Fernando Venturini [junto a Doug Roberts]
«Yotama, se va volando» (2004), dir. Luis Armando Roche
«El último bandoneón», (2005), dir. Alejandro Saderman [junto a Jorge Valencia]
«Señor presidente (2007), dir. Rómulo Guardia [junto a Carlos Torres]
«Una abuela virgen» (2007), dir. Olegario Barrera
«El enemigo» (2008), dir. Luis Alberto Lamata
«Taita Boves» (2010), dir. Luis Alberto Lamata
«Reverón» (2011), dir. Diego Rísquez [junto a Jesús Guevara]
«Azú, alma de princesa» (2013), dir. Luis Alberto Lamata
«Bolívar, el hombre de las dificultades» (2013), dir. Luis Alberto Lamata [junto a Gregorio Gómez]
«La distancia más larga» (2014), dir. Claudia Pinto Emperador
«Dos de trébol» (2014), dir. Orlando Rosales & Jessica Wenzelmann
«El malquerido» (2015), dir. Diego Risquez
«Desde allá» (2016), dir. Lorenzo Vigas

Texto y fotografías : Jerick Hidalgo